En el primer caso, la pequeña llegó al oceanario que se levanta junto al Faro de Punta Mogotes con el cordón umbilical prendido aún y con síntomas de no haber sido amamantada. “Apareció en una playa del Sur de Mar del Plata y es un milagro que no la hayan atacado los perros. Ya está estabilizada, recuperó casi medio kilo de peso y se la alimenta cada dos horas –con mamadera- mediante una fórmula compuesta por leche deslactosada, crema de leche, palometa y anchoíta”, explicó Fabiana Álvarez, especialista de la Fundación que funciona y depende del Aquarium Mar del Plata.
En cuanto a los pingüinos magallánicos (Spheniscus magellanicus) en crianza artificial, se trata de pichones nacidos hace una semana a los que sus “colegas de camada” no dejaban alimentar adecuadamente.
“Ocurre que los hermanos más grandes no dejan comer a los otros, entonces, antes de que pierdan peso y se desmejoren, los retiramos de la pingüinera para alojarlos en dependencias de la Fundación especialmente preparadas para atenderlos”, explicó Álvarez.
Allí se los coloca en recipientes con calefacción y reciben una papilla de pescado mediante una pequeña sonda unida a una jeringa, imitando el modo en que los alimentan sus padres.
Fuente: Lo que pasa
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